Boca Juniors tuvo este martes uno de los más grandes traspiés de toda su historia. Obligado a ganar por goleada para esperanzarse con avanzar a octavos de final, quedó eliminado del Mundial de Clubes por resultados ajenos y, para colmo, no pudo pasar de un pobre empate 1-1 ante Auckland City, un equipo semi profesional. En contraste con la gran imagen que había dejado luego del 2-2 con Benfica y la cerrada derrota 2-1 contra Bayern Múnich, todo se vino a pique con su flojísima actuación frente al rival más débil del certamen. No solo fue un mal resultado, sino que además demostró grandes falencias ofensivas, con pocas ideas para lastimar la defensa contraria y un exceso de centros como recurso de ataque. "El rival defendió bien, a veces te confundís. Tiramos demasiados centros y las veces que hicimos las cosas por abajo, tuvimos la ventaja", reconoció luego del encuentro Miguel Ángel Russo en conferencia de prensa, tratando de dar una explicación al papelón que pasó el equipo, pero notoriamente consternado por cómo se dieron las cosas. "El primer tiempo fue bueno, tuvimos muchas situaciones, podría haber sido otro el partido. En el segundo, con la tormenta y todo, caímos, sabíamos los resultados… Nos apresuramos mucho", continuó su análisis, refiriéndose al parate de más de media hora por alerta meteorológica al inicio del complemento, lapso en el que Benfica selló su triunfo sobre Bayern Múnich y decretó la eliminación de los de la Ribera. "No es excusa. Boca es Boca y estos partidos los tiene que definir de otra manera", reconoció igualmente Russo. Y cerró con una contundente autocrítica: "Yo me hago responsable de todo. Esperábamos otro final. Necesitamos mucho más juego, mas verticalidad, más diagonales, que en los últimos metros son clave en el fútbol mundial".