Ya no hay tiempo. Todo debe definirse esta misma semana. O, al menos, mostrar en los cuatro días hábiles de esta semana, el contenido concreto en capítulos clave de la Carta de Intención del acuerdo de Facilidades Extendidas, que el staff técnico que maneja el caso argentino dentro del Fondo Monetario Internacional (FMI) termina de diseñar en estas mismas horas. Dentro de ese contenido, debe haber referencias serias y puntuales a cómo será la política cambiaria del gobierno de Javier Milei durante el 2025. Y más allá también. La salida de divisas de las reservas del Banco Central llegó en los últimos seis días hábiles a los 1.204 millones de dólares, cayendo a los U$S26.626 millones. En verdad, es un número simbólico, ya que no hay fondos disponibles. La realidad es que las arcas del BCRA están operando con un déficit de aproximadamente U$S5.000 millones, fondeo que no mejorará sustancialmente con el nuevo programa de Facilidades Extendidas que se firmará con el FMI, ya que este tendrá condicionalidades clásicas. Esto es, la cantidad de dinero que llegue desde el organismo que maneja Kristalina Georgieva será girada por trimestre, contra el cumplimiento de metas monetarias (no emisión) fiscales (sostener el superávit fiscal) y de incremento de las reservas del BCRA. Se supone que el gobierno de Javier Milei no tendrá problemas para cumplirlas. Ningún problema por acá. Pero el dinero llegará en cuotas. Pausadamente en un período de entre dos y cuatro años (es lo que se negocia en estos tiempos). Y no de manera inmediata. Y mucho menos, de libre disponibilidad. Simplemente son dólares que quedarán en la “vidriera”, para mostrar fortaleza ante el mundo financiero. Pero sin la posibilidad de utilizarlos para sostener una política cambiaria. Los dólares de los que sí podría disponer el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo para ejecutar su estrategia cambiaria, tendrán que provenir de la liquidación sojera, eventuales fondos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el cambio de balanza energética, que ese año aportaría unos U$S5.000 millones. Esto, además de la balanza comercial, que en estos tiempos arroja un limitado saldo positivo, de no más de U$S250 millones mensuales. En total, el Gobierno dispondría este año de una liquidez en divisas por arriba de los U$S10.000 millones. No es poco dinero. De hecho, debería sobrar. El problema es la coyuntura rabiosa de la cruda realidad, que en estos días no le da tregua al tándem Milei- Caputo y el resto del equipo económico, especialmente al titular del BCRA Santiago Bausilli. Justamente, el titular de la autoridad monetaria en las últimas jornadas tiene que contabilizar pérdidas en las reservas. El problema es que sólo con el programa de Facilidades Extendidas sobre la mesa podría tener una resolución. Positiva (se supone) o negativa, pero resolución al fin.