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“The Dark Side of the Moon”, la gran obra experimental y popular de Pink Floyd cumple 50 años

Grabado en Abbey Road, marcado por las letras de Roger Waters y producido por Alan Parsons, incluye, entre otros temas, clásicos como “Money” y “The Great Gig in the Sky”.

Pasado Perfecto Radio 01 de marzo de 2023 Por Rafael Guardo
Pink Floyd - The Dark Side Of The Moon

El 1 de marzo de 1973, Pink Floyd publicaba “The Dark Side of the Moon”, su octavo disco, una obra conceptual que, más allá del alto nivel de experimentación en el estudio, se convirtió en uno de los álbumes más populares del grupo, con varios éxitos radiales entre sus cortes; y, a la vez, en un hito de la cultura popular a partir de varias particularidades que le dieron su carácter y establecieron parámetros ineludibles para el resto de la escena musical de la época.

Temas como “Money”, “Time”, “The Great Gig in the Sky”, “Us and Them” y “Brain Damage” emergieron como grandes clásicos de la banda británica en medio de una narrativa musical de casi 45 minutos, con tracks armados a partir de la exploración al extremo de las posibilidades que brindaba el estudio y sonidos ambientales que unían los distintos cortes.

La placa registrada en los estudios Abbey Road, que tuvo como ingeniero de sonido a Alan Parsons, fue una suerte de tardío estertor de la psicodelia, a la vez que formó parte de las grandes producciones del rock progresivo de la época, en donde pisaban con fuerza bandas como Genesis, Yes y Emerson, Lake & Palmer, entre otras. Además de la conexión entre las canciones y de su uniformidad sonora a partir de la utilización de los recursos del estudio, el disco también tuvo la particularidad de ser el primero cuyas líricas estuvieron por completo a cargo de Roger Waters, por lo que comenzaron a despuntar algunas temáticas recurrentes en la obra de la banda, como la alienación de la vida moderna, el paso del tiempo, el mercantilismo, la muerte y la locura.

Respecto a esto último, incluso su creador afirmó que el título del álbum refiere más a la locura que a la cara oculta de la luna; acaso por la experiencia propia de haber sufrido la baja de su miembro fundador, Syd Barrett, a causa del deterioro mental que le deparó la ingesta abusiva de ácido lisérgico. “Brain Damage” pareciera ser la prueba irrefutable de esto.

Si bien solo permaneció una semana en el primer puesto de las listas en Estados Unidos, fue tal el éxito de “The Dark Side of The Moon” que mantuvo un nivel de ventas constante, hasta tener el record Guiness por permanecer más de 900 semanas en el ranking Billboard 200. En el Reino Unido estuvo en la cima de discos más vendidos durante 30 años. Sus ventas se estiman en alrededor de 50 millones de copias, convirtiéndose -por lejos- en el trabajo más exitoso de Pink Floyd. 

El álbum no solo se destacó por su tremendo éxito comercial; el álbum definió la carrera del cuarteto para siempre y marcó un cambio de época en la música británica.

Un auténtico clásico de clásicos, que está en el selecto grupo de grandes discos de la música de todas las épocas que fueron una bisagra por la experimentación y por abrir nuevos caminos como “The White Album” de Los Beatles, “Pet Sounds” de Beach Boys, “The Joshua Tree” de U2, “A Kind of Blue” de Miles Davis o “Thriller” de Michael Jackson.

El arte y diseño de la portada de The Dark Side Of The Monn

Si por algo es recordado y reconocido “The Dark Side Of The Moon” -aun para quienes nunca escucharon a Pink Floyd- es por la inconfundible tapa del disco: un prisma que descompone un rayo de luz en un espectro de colores sobre un fondo negro. El diseño estuvo a cargo de Storm Thorgerson, -amigo de la infancia de Waters y Gilmour- del estudio de arte Hipgnosis y dibujado por su socio, George Hardie, estudio que también haría otras grandes portadas de discos de Genesis, Paul McCartney, Frank Zappa, Led Zeppelin y otros grandes grupos de rock.

Todos coincidieron en que el prisma era lo ideal a la hora de definir al disco: un concepto simple, audaz, pero con una carga simbólica muy potente. La banda insistió en que no quería ver su nombre en la portada y también rechazó la idea de un montaje fotográfico, algo que era inusual y al mismo tiempo, bastante jugado para la época.

El prisma que refracta los seis colores ha sido reproducido millones de veces a lo largo de los años en todo tipo de merchandising: tazas, remeras, posters, etc. Thorgerson sigue pensando que su mejor trabajo fue con Pink Floyd. La idea que el rayo de luz continuara en el interior, siga en la contratapa donde el arco iris vuelve a pasar por un prisma invertido y reaparece convertido en el rayo de luz original, se la atribuyen a Roger Waters, lo que sugiere un efecto continuo, junto a la marca que representan los latidos del corazón. Y aunque muchos quieran adjudicarle algún “significado místico”, lo real es que no hay nada detrás del diseño.

Con el tiempo, el triángulo y el rayo de luz descompuesto en colores, pasaron a representar mucho más que la tapa de un gran disco, incluso más que la música en sí, es el sinónimo de Pink Floyd, y es esa imagen psicodélica la que convirtió en universal.

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