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Historias gauchas, de coraje y osadía cordillerana; hoy Doña Elisea "la luchadora"

Te invito a conocer a Doña Elisea, una tejedora incansable de esperanzas y valores, con su eterna paciencia y la sonrisa mesurada, sin amilanarse ante nada, legando a La Patria tras casi un siglo de existencia 7 hijos, 15 nietos, 24 bisnietos y 7 tataranietos.

Más Noticias 31 de diciembre de 2022 Guillermo Antonio Fernández
Doña Elisa

El zonda arreciaba aquel domingo de mayo cuando llegué al barrio Pampa Blanca de Fiambalá hasta la casa beige de frente plano sobre la ancha avenida que allí se llama “Escritor Carlos B. Quiroga”, autor de la renombrada novela titulada “La Raza Sufrida”. Creo que Doña Elisea lo habría conocido como a los personajes, entre ellos a Inocencio Quiroga, también de La Pampa Blanca, que en la novela citada se menciona en reiteradas oportunidades. 

Recuerdo que la primera vez me atendió una jovencita, me dijo que su abuelita estaba descansando, después ya no pude regresar. A doña Elisea la recuerdo, con sus silencios, su sonrisa mesurada y la mirada transparente, cuando en la escuela de La Pampa se realizaban los legendarios desfiles con los gauchos de a caballo, ¿cómo no recordarla, si era tan argentina como nuestra bandera?, orgullosa y austera. 

Tiempo después, gracias a la colaboración del amigo y colega, profesor Manuel Carrizo, logré acceder a la información de parte de una de las hijas de doña Elisea, -Elia Reales, la docente y ex directora, hoy jubilada, de la escuela primaria con asiento en la pintoresca localidad de Antinaco-. Fue ella la que hizo saber lo siguiente a través de Manuel. Comparto con ustedes, esta admirable historia de vida:

“Mamá nació un 14 de junio de l922 en La Ciénaga. Sus padres fueron Nepomuceno Morales Y Casimira Morales. Según ella (cuento lo que recuerda ella me contara) cuando tenía cinco añitos perdió a su madre y debió quedar con la abuela materna, Gerónima Morales, permaneciendo con ella hasta los doce años. Ese año fallece la abuelita y mamita quedaría con su padre. De los años junto a mi tatarabuela Gerónima, además de recordarla con gran cariño y respeto, dijo que entonces vivió aquel período con alegría. Con su abuela había aprendido a tejer, hilar, bordar y trabajar la tierra. La recuerdo siempre haciendo algo. Su papá tenía otra familia y debió ayudar en las tares cotidianas en La Mesada de Zárate, donde estaba la escuela. En dicho lugar cuidaría a los hermanitos menores, colaborando con los trabajos en la finca que nunca faltaban; así paso su adolescencia en el nuevo hogar.

A los veintidós años se casó con Noé Reales y vivieron en casa de su suegra varios años, tendrían dos hijos del corazón: Ricardo y Magalena. Siempre me decía que era duro vivir en los cerros, con los inviernos crudos; casi no había caminos y todo era complicado, tal vez eso, buscando un poco de progreso decidieron luego vivir en la provincia de Salta para trabajar en la zafra y luego en la azufrera. ElLa se dedicaría a hacer comida y viandas mensuales para los trabajadores. De esa manera aliviarían un poco el sustento cotidiano, adquiriendo algunos enseres necesarios para la casa. Luego de unos años regresaron a visitar a la familia en Fiambalá y por cosas de la vida se quedaron. En un terreno heredado de su madre construirían su casita y trabajarían la tierra; tendrían frutales, además del sembradío y huerta, llegando a tener animalitos como gallinas, cabras y algunas vacas. Entonces ya tenía cuatro hijos del corazón: José y Reinaldo se agregarían a la familia. Mientras atendía a los hijos ayudaba en la finca, cuidando animales. Pero su gran actividad fue hilar, tejer y hacer lo que su abuelita le enseñara, algo que transmitiría a los hijos.

En l958 compran un terreno con casa en Pampa Blanca y se radicarían definitivamente, con siete hijos del corazón. Mamá tuvo una vida sacrificada, de mucho trabajo. De día salía a trabajar y de noche se dedicaba al tejido. Fue ella, quien además del trabajo y el tejido nos inculcó los valores que un ser humano debe tener, como el respeto a los demás, Siempre supo ser muy estricta y exigente, y nos inculcó el amor a los hijos y el sacrificio por los seres queridos. Por eso, aunque no nacimos de su vientre fue muy noble con nosotros.

Recuerdo que en las noches, a la luz de un farol de un radio sol (antes no había electricidad) todos sentaditos alrededor de ella y papá, haciendo las tareas de la escuela, o hilando, tejiendo, pero siempre haciendo algo, permanecíamos hasta la hora de ir a dormir calladitos.

A los sesenta y dos años quedó viuda. Sus hijos, ya todos grandes, se marcharon con sus familias, sólo quedamos dos, que la acompañamos durante la vejez. Falleció a los noventa y nueve, un 16 de julio de 2021.

Mamá, siempre se caracterizó por ser una mujer luchadora, trabajadora, honesta y transparente en sus actos; así la recuerdo, generosa eternamente, en nuestra humilde casa de siempre, aquí, en La Pampa Blanca, donde ella gustosamente albergaba a gente conocida, familiares o amigos, que requerían de un lugar donde estar si venían a trabajar o por cualquier otro trámite. Así era ella.

La forma de ser de mamá y papá marcaron nuestras vidas y eso fue la mejor herencia. Fue una gran artesana, por cuya labor y maestría siempre era requerida desde la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Fiambalá, algo que en verdad significaba un gran reconocimiento para ella y su arte”, concluiría finalmente,

Elia Reales, sin dejar de observar en derredor, donde seguramente solía ver a su madre, trabajando incansablemente o rondando los rincones de la espaciosa casa familiar, recordando quizá cuando ella tejía y su padre les contaba historias gauchas, de coraje y osadía cordillerana, ambientadas en La Mesada de Zárate o cualquier pueblito de la herradura, con la nieve coronando los cerros y la esperanza cifrada en criar con dignidad a los hijos, como doña Elisea les inculcara.

¿Cómo no recordar a doña Elisea, tejiendo incansablemente, esperanzas y valores, con su eterna paciencia y la sonrisa mesurada, sin amilanarse ante nada, legando a La Patria tras casi un siglo de existencia 7 hijos, 15 nietos, 24 bisnietos y 7 tataranietos.

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