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Cuáles son las habilidades clave para el trabajo del futuro

El mundo laboral ya estaba sufriendo cambios antes de la pandemia, pero el aislamiento llegó a acelerar cambios e impulsar nuevas relaciones en las organizaciones.

Más Noticias 19 de julio de 2022
Trabajo del futuro

"Creo que el trabajo del futuro va a necesitar de más trabajadores que antes que nada, sepan ser buenos seres humanos", sentencia José Sáenz Crespo y agrega: "Si bien las organizaciones, por definición, son algo estable, con normas y con objetivos que varían poco, deben diseñarse para poder hacer cambios de rumbo o de funcionamiento de la manera menos traumática posible".

Sabe a qué se refiere cuando habla de cambios: estos forman parte de la identidad del ecuatoriano que abandonó su país para formarse como politólogo en Argentina y luego volvió a emigrar para especializarse en Administración Pública en Estados Unidos. Se especializó en Análisis Organizacional en Washington, donde vive y trabaja actualmente, y en los últimos años orientó su investigación al diseño de estrategias y programas de cambio cultural en las organizaciones, más específicamente al futuro del trabajo y los desafíos y oportunidades que surgieron a partir de la pandemia de covid-19.

Se remonta a la antigüedad para explicar interés por las organizaciones. "La filosofía griega ya se preguntaba acerca de las características de las organizaciones. El análisis organizacional vendría a ser algo así como la anatomía de las organizaciones. Se enfoca en mirar a la organización por dentro, a las personas que la integran, los vínculos que las unen y el fin que persiguen y busca poder hacer un diagnóstico de esta a partir de estudiar los elementos que la componen".

Y, con esa idea como punto de partida aclara que no cree que "en los tiempos actuales estemos viviendo algo 100% novedoso. Cada generación siempre tiene la tentación de pensarse cómo pionera en algún u otro sentido, pero la historia nos ofrece cientos de ejemplos de situaciones de crisis, de clivajes o momentos de mucha conmoción. Con esto quiero decir que vivimos tiempos que son novedosos sólo en unos aspectos y no en todo".

Sin embargo, aclara enseguida que es un momento clave para que as organizaciones de transformen. "El nivel de conectividad del mundo actual y la velocidad con la que circula la información y avanza la tecnología, hace que sea necesario repensar modelos organizativos, que sean más ágiles y menos rígidos para poder adecuarse mejor a los cambios", explica Sáenz Crespo y sigue: "La mayoría de las organizaciones sociales que tenemos hoy en día, tienen su origen en la revolución industrial, y podemos irnos hasta los origines de la agricultura, para entender cómo las organizaciones se han ido transformando a lo largo de la historia. Estos cambios generalmente han sido paulatinos. Cuando se han dado de manera más rápida y traumática, es probable que hayan sido producto de revoluciones violentas, y han esas transformaciones han sido muy caras en vidas y dinero". 

Está convencido de que la pandemia es un hito en la historia de las organizaciones: una suerte de quiebre entre lo que solía ser el mundo laboral y lo que será -o acaso ya es- el trabajo del futuro. "La pandemia ha acelerado muchos procesos, que quizás iban a tardar años en realizarse. Lo que está por verse es si estos cambios van a ser paulatinos o violentos. Creo que aún es muy pronto para saber. Más que una revolución, creo que ha sido un gran experimento. Apenas inició la pandemia en febrero o marzo del 2020, Yuval Harari, un historiador y autor israelí, publicó una nota en el Financial Times donde hablaba del gran experimento social al que nos íbamos a someter durante la pandemia, ya que nunca antes los gobiernos y las organizaciones, se vieron forzadas e incentivadas a tomar decisiones de esa magnitud en tan corto tiempo", reflexiona. 

"En los últimos dos años se ha escrito mucho sobre los cambios a la manera en que trabajamos, en donde trabajamos y en los tipos de trabajos que tenemos. Creo que un paso previo, y sobre el cuál no se ha investigado tanto, es entender si las organizaciones en torno a las cuáles se ordena el trabajo, están listas para transformarse o no, y cómo deberían adecuarse a los tiempos que vivimos", dice y acota que "los seres humanos estamos constantemente pensando en el futuro. Es parte de nuestra naturaleza el querer anticiparnos a lo que nos pueda pasar. Nuestra necesidad de seguridad, de previsión y el temor a lo que desconocemos o no controlamos, nos empuja a imaginar y diseñar nuestro futuro constantemente. El siglo XX nos introdujo a la ciencia ficción, cómo género literario, dedicado en exclusividad a imaginar el futuro posible, e inclusive a la distopia. Así que, más allá de la moda actual, creo que hablar del futuro es un tema que siempre está. Lo novedoso es que ahora se hable tanto del futuro del trabajo, siendo el trabajo de las actividades más antiguas que conocemos". 

Según Sáenz Crespo, la pandemia aceleró procesos que ya venían gestándose. "La pandemia nos ubicó en una situación de extrema incertidumbre, y puso en duda la manera en la que veníamos funcionando cómo sociedades, en términos de cómo vivimos, cómo nos movemos, cómo trabajamos, nos educamos y cómo nos divertimos. Básicamente, puso en duda cómo nos estábamos organizando para desarrollar nuestras vidas en sociedad", explica y agrega: "Ya se hablaba del futuro del trabajo en muchos países y en muchas organizaciones desde hace algunos años, pero con la pandemia, dejó de ser una conversación de gobiernos y CEO. De repente, el trabajo del futuro se volvió algo personal y que nos afectó a todos, a los que tenían un trabajo y aprendieron a hacerlo de una manera distinta, a los que perdieron su trabajo o a los que encontraron uno nuevo".

"Hablar del trabajo del futuro en regiones de alta informalidad laboral, pobreza estructural o bajos niveles de escolaridad, es relevante por que puede ser una oportunidad para echar luz sobre las oportunidades, valga la redundancia, que estos países pueden tener en el futuro cercano, y ser un insumo muy valioso para la planificación y el diseño de políticas, a nivel gubernamental, el diseño de operaciones y planes de negocio, a nivel empresarial, o el diseño de currículos y planes de estudio a nivel educativo", dice el experto. 

Sostiene que "entender qué tipos de trabajos va a demandar el mundo en el futuro, nos permite entender que tipo de habilidades se van a necesitar y, por ende, que tipo de educación se debe ofrecer a las nuevas generaciones. El futuro del trabajo nos habla de un mundo donde las habilidades más demandas. Ya no pasaran por la técnica o la mecánica, sino por lo que se ha llamado habilidades blandas, la comunicación, la capacidad de entablar relaciones cordiales con otros, el saber escuchar o saber liderar un equipo. Todas habilidades netamente humanas que requieren tener una formación humanista, filosófica y, creo yo, teológica".

Arriesga a pronósticas cómo será el trabajo del futuro y qué habilidades serán imprescindibles. "La automatización y la inteligencia artificial, junto con otras tecnologías, van a ir reemplazando paulatinamente las tareas monótonas y repetitivas donde hay poco que un ser humano pueda aportar. Pero la capacidad de comunicarnos, de inspirar a otros, la creatividad, difícilmente van a ser reemplazadas por una tecnología". 

Insiste en la importancia de los "buenos humanos" para el trabajo del futuro que "va a requerir que todos sepamos interactuar, comunicarnos y colaborar con otros. Sólo así podremos compartir nuestro saber técnico y específico y trabajar de manera conjunta. Y es muy difícil lograr esto si no somos seres empáticos y personas con las cuáles es agradable compartir el tiempo". Va aun más allá en lo que respecta a la comunicación y la interacción con otros: "Si eres un especialista brillante, sin capacidad de escucha o de comunicarte de manera efectiva, va a ser muy difícil que mantengas un trabajo. Si eres un experto en tu área pero no tienes capacidad para gestionar equipos, liderar e inspirar a otros, difícilmente puedas avanzar en tu carrera. Y la base de la empatía, de la comunicación y la capacidad de liderar tienen su base en la formación humanista, en entender la naturaleza humana desde una perspectiva filosófica, entender las motivaciones que nos mueven, la esencia y las causas de lo que nos rodean. Además acá yo añado, el conocimiento teológico, de la relación del hombro con lo Divino. Desconocer la dimensión espiritual del hombre, nos limita en nuestra capacidad de entenderlo, y por ende de inspirarlo, liderarlo e inclusive, conducirlo", concluye. 

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